Músicos, actores de teatro, conferencistas y más de 50 comerciantes deleitaron a través de la cultura y gastronomía, a los asistentes del evento convocado por las senadoras Ana Lilia Rivera y Jesusa Rodríguez
Por William Hernández / 30 de septiembre de 2019
“El maíz es para conservar la vida, la salud, pero ahora ya no es tan saludable”, dice Elvira Martínez, una mujer mayor que viste un rebozo rojo y que lleva sobre su cabeza un sombrero del mismo color. Su semblante, ropa y expresión, predice que es una mujer que ha trabajado a lo largo de sus años; una mujer que pertenece a ese sector de la población que el escritor Eugenio Aguirre describió en su novela célebre “Pasos de Sangre”: un sector proveniente de las culturas prehispánicas del país, una cultura que ha heredado a los hijos de la nación la semilla de la vida, la semilla que “es la criatura del hombre mesoamericano”, y esa a su vez, “es el hombre en sí mismo”, como solía decir el historiador Guillermo Bonfil. Elvira Martínez, de 62 años, pertenece a ese sector de la población que a lo largo de los años ha pertenecido a ese “México olvidado”.
Sin embargo, la pequeña brisa de lluvia que amenaza a la Ciudad de México un domingo 29 de septiembre de 2019, donde el viento frio golpea los cuerpos de las y los mexicanos congregados en la Plaza de la Constitución del Zócalo Capitalino, no es impedimento para que Elvira, junto a otras mujeres, hombres, niñas y niños de todas las edad griten, rían y disfruten de un elote, un esquite, un tamal o un atole de maíz morado mientras observan un espectáculo visual y auditivo llevado a cabo sobre un gran templete por las senadoras Ana Lilia Rivera y Jesusa Rodríguez.
El reloj marca las tres la tarde y el evento está en su máximo esplendor para celebrar el “Día Nacional del Maíz”, proclamación que impulsaron ambas senadoras y que hace unos días el Senado de la República aprobó, con la finalidad de resaltar la importancia que este producto agrícola representa para el país en distintos ámbitos como el cultural, el alimentario, el económico y el internacional, destacando y reconociendo principalmente al maíz como un elemento fundamental de la cosmovisión de aquellos pueblos del México olvidado; los pueblos que nos dieron vida, cultura, color y sabor: nuestros pueblos indígenas.
Por ese motivo, cerca de más de cincuenta productores de diversas regiones del país se dieron cita en la explanada del Zócalo para demostrar la gran variedad de productos provenientes de esa semilla legendaria de más de 10, 000 años de antigüedad. El maíz, que ha trascendido y sobrevivido a lo largo de la historia de México a través de su cultura, religión, economía y gastronomía, encuentra en este tiempo y espacio un enemigo latente surgido del modo de producción neoliberal modificando su genética, para satisfacer de esta manera, la economía de las grandes empresas trasnacionales a costa de la soberanía alimentaria nacional e incluso a costa de la salud de las y los mexicanos.
No obstante, México “aún cuenta con políticos con la voluntad y las ganas de defender nuestra soberanía, nuestra identidad y nuestra cultura”, expresó Carlos Maldonado, un campesino nacido en el Estado de Hidalgo de 56 años quién celebra la “Ley Federal de Fomento y Protección al Maíz Nativo”, ley que también fue promovida y decretada en el 2011 en el Estado de Tlaxcala por Ana Lilia Rivera, quien en ese momento fungió como diputada local del distrito 13 en su natal Calpulalpan.
Esta ley, que ahora como senadora de la república pretende decretar a nivel federal, tiene como objetivo proteger el maíz mexicano de los monopolios agroalimentarios y de las semillas transgénicas, así como declararlo patrimonio alimentario
nacional para que el Estado garantice una alimentación sana y al alcance de todos. Asimismo, busca promover las actividades de los productores originarios del maíz y establecer los mecanismos de protección en cuanto a su producción, comercialización, consumo y diversificación constante.
Entre la música, talleres de sensibilización y obras teatrales, la senadora, quien lleva puesta una chamarra azul marino para protegerse del frio, se dirige al reciento de la Lotería Nacional para celebrar, por primera vez en la historia, la emisión de un billete conmemorativo al “Dia Nacional del Maíz” en compañía de la organización civil “Sin maíz no hay país”, de Cristina Barros, escritora y presidenta del Consejo de la Memoria Histórica y Cultural de México; Lina Pohl, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en México, entre otras personas más.
En este recinto, la senadora manifiesta ante los espectadores que la “Ley Federal de Protección al Maíz Nativo” no está en contra de la producción transgénica, siempre y cuando, demuestren científicamente que sus productos no son dañinos para los consumidores. Sin embargo, destaca la relevancia y objetivo de la ley para consumir el maíz nativo de nuestro país, ya que, de esta forma, se impulsará la producción y la economía nacional en beneficio de los pequeños productores de maíz de todas las regiones del país.
De repente, se escucha decir por ahí «maíz, sociedad, cultura e historia son inseparables; nuestro pasado y nuestro presente tienen su fundamento en el maíz; nuestra vida está basada en el maíz… somos gente de maíz», retomando a Guillermo Bonfil, como si esta frase hubiese repercutido en la mente de todos los que en esa tarde se congregaron en la Plaza de la Constitución, para festejar al maíz, su maíz, mientras Elvira Martínez y Carlos Maldonado gritan con alegría, a pesar de la pequeña brisa de lluvia que amenazaba a la Ciudad de México un domingo 29 de septiembre de 2019: “Sin maíz no hay país”.